lunes, 25 de diciembre de 2017

UNA NAVIDAD EN CÓMIC

Mi madre ha aceptado que no tiene el cuerpo para preparar sola la cena de Nochebuena y al fín consintió en que viniera a ayudarla. Para la ocasión me traje mi cuchillo profesional de cuando era ayudante de cocinero.

"FRANCAMENTE, NO ENTIENDO ESE HUMOR MODERNO". De momento seguiré con mis viñetas para la revista MAYDAY.
Y ahora un microrrelato para dar un toque inquietante a la Navidad:
Dejamos un cuenco con galletas y un vaso de leche. "Papá Noel vendrá hambriento y fatigado" dijo mi padre. Al día siguiente corrimos alborozados a ver los regalos.

El cuenco y el vaso estaban intactos. El perro había desaparecido.

martes, 12 de diciembre de 2017

DRÁCULA EN LA COCTELERÍA

 ¡Ya tengo un cuadro colgado en Boadas, una coctelería muy popular en Barcelona! Dibujé un camarero haciendo un “Twist” (exprimir un trozo de corteza de naranja sobre el cóctel) Me decidí por el cóctel del día: Punch de ron. Juan, el barman, es una enciclopedia viviente y me informa que punch significa cinco en sánscrito, porque cinco son los ingredientes: azúcar, canela, limón, agua y ron.
 Como los niños a los que les encanta oír varias veces el mismo cuento le pido que me vuelva a contar cuando Christopher Lee -  por entonces invitado al cercano Festival de Cine Fantástico de Sitges- entró en Boadas hace diez años. Pidió un dry Martini. Se le veía apático y cansado hasta que de repente los ojos se le iluminan: ¡Montserrat Caballé acababa de entrar en Boadas! En varias entrevistas Lee había declarado que su ambición frustrada era ser  cantante de ópera. Iniciaron una amistosa charla, pidieron más martinis y un rato después -ante los atónitos clientes de Boadas- se pusieron a cantar a dúo la escena del brindis de La Traviata. ¡Argh!!! Hubiera dado gustoso dos órganos vitales por haber estado allí en aquel momento.
Y aquí el añorado Lee nos fecilita las Navidades con su rotunda voz y a ritmo de Heavy Metal:
DOS GRANDES PELÍCULAS CON GENTE MENUDA
El terror de Tiny Town (1938) es un insólito western protagonizado exclusivamente por enanos que montan poneys y vaqueros que conducen rebaños de terneras. La película fue producida por el empresario Jed Buell que además era el representante de una troupe de enanos.
El protagonista es un vaquero –Bill Curtis- que protege a una ranchera de unos temibles forajidos. El argumento no es demasiado original, pero sí lo son algunas escenas impagables como la entrada de los vaqueros en el saloon pasando por debajo de las puertas batientes.
“Forastero: si mides más de metro y medio abandona Tiny Town antes de la puesta de sol”.
BUGSY MALONE (1976)

El primer film de Alan Parker (Fama, Birdy…) Es una película musical sobre gánsteres que son niños, todos en la película –que aquí se estrenó con el penoso título de Bugsy Malone, nieto de Al Capone - son actores infantiles exclusivamente. No hay balas, sino metralletas que disparan tartas de crema. La protagonizan  Scott Baio (Happy Days) y Jodie Foster, que acababa de convertirse en estrella gracias al éxito de Taxi Driver.
“CREO QUE ESE CLIENTE AÚN NO HA TERMINADO”
Mi último gag para la revista MAYDAY está basado en un caso real. Yo estaba saboreando los famosos sesos a la mantequilla negra de Casa Martin, en Barcelona. Me quedaban tres porciones en el plato cuando un camarero pasó raudo y se me llevó el plato. No estaba dispuesto a renunciar a mis sesos (los de cordero, se entiende) y causamos sensación al entrar en la cocina, él con el plato en la mano y yo detrás picoteando.



viernes, 1 de diciembre de 2017

EL COBRADOR ZOMBI (Relato) Y RECETA

Cada varios minutos apartaba la cortina para ver si seguía ahí fuera. Finalmente apareció tambaleándose  y se detuvo frente a la puerta de mi casa. Solté la cortina, eché el cerrojo y llamé por el móvil a Bea.
-Me sigue un cadáver  -le dije en cuanto descolgó.
-¡Madre mía, Beto! –exclamó Bea-. ¿Estás seguro?
 Hace dos años hubo una plaga, los muertos vivientes caminaban arrastrando sus miembros putrefactos, luego se había puesto freno a los zombis, incluso se les mantenía controlados. Poco después a un avispado empresario se le ocurrió abrir una agencia cobradora –El cobrador zombi S.A.-, los morosos eran perseguidos noche y día por un cadáver ambulante que no cobraba sueldos, ni dormía ni se cansaba. Esta situación duraba hasta que el moroso pagaba sus deudas.
-¿Está aquí? –preguntó Bea.
Asentí. El cadáver aguardaba junto a la entrada del restaurante mirándome fijamente desde el otro lado del cristal. Cuando una pareja abrió la puerta para salir el zombi se introdujo en el local de manera tan desapercibida como una ráfaga de viento otoñal. Y mi cadáver no era el único del restaurante, otro estaba junto a la mesa de una pareja atractiva y trajeada  que contrastaba con los mugrientos harapos del zombi.
 Cuando el cadáver se detuvo junto a nuestra mesa le miré rabioso. No pestañeaba, sus ojos vidriosos nunca pestañeaban.
-No le mires- dijo Bea.
Me llevé a la boca un tortellini. Mastiqué y tragué como pude. Bea seguía comiendo como si nada, aunque observaba el cadáver con el rabillo del ojo.
-¿Debes dinero a alguien, Beto?
-A una empresa de reparaciones a domicilio cuando se estropeó la instalación eléctrica de mi piso y el administrador se desentendió –sobre la mesa y a escasos centímetros de mi plato cayó un dedo del zombi. La punta de una falange asomaba entre la carne pútrida-. Me presentaron una factura abusiva y me negué a pagar.
-¿Quieres que compartamos un postre?
Una hora después, Bea y yo estábamos tumbados en la cama fumando. No me sentía con ganas de practicar sexo. No es extraño cuando te observa desde la puerta del dormitorio un cadáver tieso como una marioneta,  con vísceras sobresaliendo por entre la piel reseca.  Había entrado por la ventana del patio de luces que no cerraba bien.
-Cariño, esto no hay quien lo soporte –resolvió Bea aplastando el cigarrillo en el cenicero- ¿Y si pedimos un préstamo al banco?
 Al día siguiente, con el cadáver que me seguía arrastrando lentamente los pies,  me presenté en la sede de El cobrador zombi. Entregué el cheque a un empleado que tecleó mis datos en su ordenador, luego una enfermera  ató una correa al cuello de mi zombi y se lo llevó dócilmente.
Al concluir del Año Fiscal la empresa El cobrador zombi era la más próspera del país. Sus directivos lo celebraron. Los zombis fueron gratificados con un aperitivo a base de refrescos y galletas saladas.
Por lo visto esos directivos no sabían lo que ocurre cuando un zombi prueba la sal. Los cadáveres recobraron parte de su inteligencia, la justa para comprender que estaban siendo explotados.
Poco después El cobrador zombi había cerrado sus puertas a cal y canto, y en los alrededores de la sede central los muertos vivientes mostraban octavillas de su nuevo sindicato:
Bueno, y ya que se ha hablado de tortellinis...
TORTELLINIS CON CREMA DE ESPINACAS
Cocer un paquete se espinacas congeladas. Escurrirlas bien y sofreír en una sartén, sazonar con sal y pimienta y añadir una copa de vino blanco. Cuando reduzca verter un brick de crema de leche. Remover y cuando se caliente -¡No dejar que hierva!- apagar el fuego y triturar la mezcla en el cuenco para la batidora. Quedará una salsa de un bonito color verde brillante como el vómito de la niña de El Exorcista (vale, debería buscar otro ejemplo) Mientras se cuecen los tortellinis en agua salada recomiendo tostar unos piñones en una sartén sin aceite. Servir los tortellinis con la salsa de espinacas y unos cuantos piñones por encima. 
Ayer hice esta receta con macarrones, le añadí unas aceitunas y tomates cherry.